Cuando Gigamesh anunció que rescataba por su colección
esta novela me alegré mucho puesto que para mucha gente (el
mismo Alejo por ejemplo) es considerada la mejor obra de Powers.
Pensé en comprarla al momento pero todavía tenía
el regusto agridulce de su última obra: Declara.
Sus buenas ideas diluidas en una ambientación precisa pero
que lastraba la novela, su carencia de ritmo pese a su originalidad
de forma que esperé algo y he acabado leyéndola un
año después de su publicación.
¿El resultado? Sorprendente. Powers parte de una idea sencilla
por ir tejiendo un argumento muy complejo alrededor de personajes
históricos y ficticios de forma embriagadora. Este no es
un adjetivo gratuito pues no podemos degustar la obra con calma,como
un buen vino, debemos bebérnosla con continuidad y concentración
para saborear todos los diferentes sabores, los diversos hilos argumentales
que plantea el autor y si lo conseguimos (reconozco haber repasado
algunas páginas más de una vez) habremos llegado a
leer quizás uno de los mejor libros de fantasía histórica
que se hayan publicado nunca, tanto por su rigor cronológico,
por su ritmo trepidante, como por sus abundantes ideas innovadoras.
Pero acabaremos algo bebidos.
Powers consigue hacer parecer real una historia fantástica
ambientada a comienzos del siglo XIX, en un momento de máxima
exaltación del romanticismo, a través de hechos y
personajes históricos que intervienen profundamente en la
obra. El autor nos introduce en el mundo de los poetas románticos,
concretamente en parte de la vida de Byron, Shelley y de Keats (este
último también muy homenajeado en un ya clásico
de la ciencia ficción como es Hyperion).
La relación que tenían estos poetas ingleses con sus
musas es la clave de la historia: Las musas no eran más que
vampiros, seres pertenecientes a un otra raza que alimentaban el
intelecto y la inspiración de las personas a las que estaban
vinculados pero de las cuales también cobraban un precio
elevado. A las aventuras de estos poetas hace falta sumar las desventuras
de Michael Crawford, el principal personaje (ficticio) de la novela,
el cual se introducirá en este otro mundo esotérico
y fantástico con una invitación involuntaria sin aparente
importancia, para acabar formando parte de hechos políticos
importantes propios de la época.
Esta es otra clave de la obra de Powers, empezar la historia con
hechos sencillos para ir complicándolos a medida que avanza
el libro. El argumento, como decía antes, es complejo y el
autor se recrea mareando al lector, pero si tenemos paciencia iremos
descubriendo los pequeños secretos que nos esconde el texto
y el autor nos irá desvelando los porqués en los momentos
oportunos. Otra característica de las novelas de Powers es
que sus héroes las pasan canutas para cumplir sus propósitos.
Este hecho es un paradigma en la Fuerza de su mirada, ¡Dios!
¡Nunca había visto a un personaje de novela sufrir
tanto y de forma tan salvaje! Powers se encarniza de una manera
tan desmesurada con el físico y con la mente de Crawford
que a la fuerza arranca la complicidad del lector
¡si
se que tú mismo lo ayudarías si pudieras!. Es increíble,
me encanta la manera que tiene el autor de mutilar, herir, perseguir
y destrozar sus héroes (me recuerda a mis pobres jugadores
cuando juego a rol). Creo que es una manera de demostrar que las
cosas no son siempre fáciles, que para ganar hace falta pagar
un precio y que el sufrimiento de los personajes nos hace parecer
más real lo que leemos.
Al igual que en otras novelas suyas como Las
Puertas de Anubis y En
costas extrañas, Powers utiliza la magia por facilitar
sus argumentos pero lo hace siguiendo toda una serie de reglas precisas,
todo un listado de lo que pueden hacer los personajes y de lo que
está prohibido y en qué circunstancias. Este es un
detalle que valoro particularmente pues proporciona al lector un
lugar a qué cogerse entre tanta magia y seres fantásticos,
da forma a un universo propio dónde la magia existe pero
de forma controlada y definida.
Añadir también que la obra sigue una coherencia extrema
y que el ritmo es constante. Que los personajes estén, además,
muy bien definidos y que su temperamento y personalidad se vea arrastrada
por los estados en que se encuentran cuando existe el vínculo
con los vampiros es un valor añadido a la novela. La meticulosidad
con que Powers se documenta para sus obras es extrema y estoy convencido
de que antes de escribir el libro absorbió las biografías
de los poetas ingleses que aparecen. El único "pero"
que le encuentro es que el autor podría haber dejado más
claro el argumento en algunos momentos de la obra, el mareo constante
de situaciones provoca que de vez en cuando te pierdas en la historia.
En definitiva una obra mayor de Powers, seguramente capital en
su carrera como escritor, la segunda con más buenas críticas
tras Las Puertas de Anubis,
quizás esta es más original pero también resulta
más embriagadora que la primera, más inesperada en
muchos aspectos. Pero conseguir esta mezcla de fantasía,
terror, erotismo y sobre todo buena literatura en medio de una aventura
que transcurre entre Inglaterra, Suiza e Italia, o sea en lugares
conocidos y físicos como Berna, Roma o Venecia es dificil,
muy dificil, quizás el mismo Powers disfruta del favor de
ciertas musas
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